Un año más, nos reunimos en torno a una fecha para sumar fuerzas y aunar voluntades contra la violencia machista, unas fuerzas que siguen siendo insuficientes ante semejante barbarie de la que somos testigos a diario. Los bailes de cifras oficiales y no oficiales nos abofetean en la cara una realidad a la que no se está respondiendo de manera eficiente desde las instituciones.
Los asesinatos ocurridos tan sólo este año según datos del observatorio feminicidio.net son 92, sin embargo las cifras oficiales de la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género, 50 porque la ley sólo contempla la violencia ejercida en manos de las parejas o exparejas. Éstas son sólo la punta de un iceberg donde están silenciadas otras formas de violencia machista como las agresiones sexuales. A finales de octubre contemplábamos atónitas un caso de agresión sexual sucedido en pleno centro de nuestra ciudad que finalmente se juzgaba sólo por un delito de agresiones, sin tener en cuenta el componente sexual. Una sociedad implicada y comprometida no puede consentir que este tipo de delitos queden impunes.
El peligro de las agresiones sexuales es que todavía permanecen invisibles por gran parte de la sociedad. Su cotidianeidad está tan normalizada que se hunden en el silencio informativo, en el vacío legal, en el abismo administrativo. Exigimos un compromiso firme de las instituciones y de toda la sociedad para ponerlas de manifiesto y denunciarlas. La educación es un elemento central para que mujeres y hombres las reconozcan. Sólo así la sociedad puede tomar conciencia de ellas, sólo así tomaremos conciencia de las múltiples formas de las violencias machistas.
Son necesarios y urgentes los protocolos de prevención, detección y actuación en caso de agresiones sexuales. Ya está bien de normalizar conductas propias de estados patriarcales. Queremos andar libres por las calles, queremos caminar sin miedos.
Ni un asesinato machista más, ni una agresión sin respuesta.
